La madurez le llega al cóndor a sus cinco o seis años, y hoy, mi querido cóndor, ése llamado Prey que nació hace exactamente esa cantidad de años, ha llegado al punto en que poco necesita de mí para seguir creciendo. Llegó, entonces, mi hora de dar un paso al lado y dejar que el pájaro siga su camino.
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Una de las cosas que más nos habían pedido en el buzón de sugerencias de Prey (además del endemoniado keylogger) era tener una forma más simple de activarlo remotamente. Y con justa razón! Porque seamos francos: quizás tú y yo sabemos lo que es una URL, pero tu mamá probablemente piensa que es el hermano de R2D2 o algo así.
Pues felizmente les puedo contar que tenemos algo que mostrarles.
Ahora Prey cuenta con un panel de control que permite despertarlo y además de eso configurar ciertos parámetros de la configuración, como activar ciertos módulos para que tengas más control sobre lo que pasa con tu computador.
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De haber sabido que lanzar un pedacito de código por los aires me tendría atornillado a la silla respondiendo correos y corrigiendo fallas probablemente lo habría pensado dos veces.
En serio.
Porque si bien Initt y Tugar despegaron en condiciones bastante similares, en el caso de Prey ciertamente no había mucho interés de dedicarle más tiempo que el que me demoré en tener una versión operativa del engendro. Todo porque siempre asumí que con suerte un par de *nixeros bajarían el problema y tate.
Sí, tate Tomás.
De hecho, tengo que reconocer que cuando vi los primeros comentarios pidiendo una versión para Windows me puse un poco pálido. ¿Qué cresta les iba a responder? ¡Si con suerte prendo Windows para probar sitios en navegadores y sería! A eso se suma el hecho de que otros ya empezaban a pedir cambios y nuevas funcionalidades en el programita…
Sólo una palabra: merde.
Pero hubo una otra cosa que claramente no estaba en mis planes y eso fue la difusión que tuvo Prey. Primero un tuiteo por aquí y otro por allá, de ahí uno que otro postito en blogs, aún dentro del público objetivo, hasta que de repente y de la nada el tema pasa a la prensa tradicional y de ahí todo a la cresta.
¡Hasta una periodista italiana me contactó para saber sobre el engendro!
En gran parte fue por esta dimensión que empezó a tomar Prey como "producto/software" que insistí tanto en invitar a colaboradores a contribuir. Sabía que como estaban las cosas difícilmente iba a poder meterle mucha más mano al código, y bueno, menos aún darme el tiempo de portarlo a otros sistemas operativos. Para eso sí que tenía que aparecer un par de manos – no, ojalá cuatro, seis o más.
Y así fue.
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